En los últimos días he estado particularmente reflexiva, no se si aún proceso lo rápido que han cambiado las cosas en los últimos meses y recién me empiezo a acomodar a este nuevo normal de como va a ser el mundo de ahora en adelante, quizás así estamos todos, recurriendo a nuestros más primitivos instintos de preservación, lo que demuestra que a pesar de estar en el año 2020 aún podemos encontrarnos con lo más esencial que tenemos.
Me casé hace 71 días, volví a trabajar un lunes y el viernes nos estaban enviando a la casa como medida preventiva, no hemos regresado a la oficina, he salido de mi casa en dos estrictas ocasiones, y la verdad hay días que no recuerdo si son lunes o viernes.
Todo ha tenido que re-inventarse, desde los trabajo hasta las dinámicas familiares, luego de dos meses aislada del mundo siento que no quiero volver a lo que era antes, este corto tiempo ha puesto tantas cartas sobre la mesas que simplemente sería tonto ignorar que nuestra nueva normalidad es el inicio de un importante paso evolutivo.
La vida cambia, el tiempo pasa, la tierra gira y los que fuimos ya hizo las paces con nuestra alma y se desvaneció, lo que hoy somos es la clave, tomar las decisiones hoy, pensar hoy, ser hoy, no importa si mañana somos otros.