Puntos suspensivos,
Delirantes ironías.
La decepción llega y pega más que la tristeza, la tristeza la lloras y ya está, Pero la decepción es acumulable.
Es como cuando te das cuenta que el galpón está lleno de todas esas cosas con las que nunca hiciste nada, y es mejor cerrar la puerta porque limpiar representa enfrentarse a las malas decisiones del pasado.
La decepción cuando es tercerizada, pesa más.
Es como tener que pagarle una quincena a un empleado que no trabajó.
El corazón roto se arregla; siempre.
La decepción se apodera del alma, se instala en un espacio entre las costillas y se queda ahí, no te impide sonreír pero desbarata la mirada.