Cuando hablamos sobre el pasado, siempre tornamos más real el presente y el futuro. Durante muchos años tuve pavor de mirar aquello que viví y sufrí en silencio. Hoy entendí que el silencio nos hace sufrir más profundamente.Pero tú me haces conversar, y yo descubro las cosas empolvadas que se escondían en mi alma, y entonces puedo arrancarlas de allí. – Kahlil Gibran a Mary Haskell, 18 de abril de 1915.
la vida nos sorprende en algunos momentos y nos encontramos a nosotros mismos diciéndonos, «felicidades lo estás haciendo muy bien», la verdad es que deberíamos tener más de esos momentos, esos que nos llevan a sentir mariposas en la panza cuando el avión está despegando y aunque el trayecto es conocido el destino es totalmente incierto, planear nos sirve para honrar el futuro, para hacerle saber que somos conscientes de que llegará y que al menos tenemos una pequeña idea de hacia donde vamos, pero lo maravilloso está en las mariposas en la panza, esas que nos aseguran que si bien la pena y la gloria, lo que estás a punto de hacer lo vale todo.
Dicen que cuando tenemos una duda sobre que paso dar, debemos tirar una moneda al aire, asignar a cada posibilidad una cara y mientras la moneda está en el aire nos encontraremos «pidiendo» que caiga de determinado lado, la moneda no tiene que caer, lo que debemos hacer es escucharnos a nosotros mismos.
Amar la vida tiene eso, tirar la moneda muchas veces y tomar decisiones antes de que llegue al suelo, imaginar un panorama, y luego otro y saber cual es aquel por el que queremos trabajar. Nos sorprendemos a nosotros mismos con la satisfacción que da el atreverse a escucharse, a mirarse al espejo, a amar y sobre todo a aprender a ser amado.
Resignificarse continuamente, una cama, un abrazo, un «buenos días, locura», besar tu nariz y que beses mi frente, los miles de kilómetros y los pocos segundos que toma decirte cuanto te quiero…atreverse, y resignificar todo, uno mismo, y darle más sentido a la vida.
Alguna vez creí firmemente que todo está escrito en las estrellas, hoy me convenzo día a día que somos polvo de estrellas escribiendo constantemente una historia sinfín, una historia entrelazada, en donde nada es casualidad y todo es lección.
No podemos predecir el futuro, ni en las cartas, ni en las estrellas, pero si podemos ser presente, que cada día honre al anterior y rete al siguiente, podemos aprovechar cada segundo, ponernos felices cada día por estar, y atrevernos.
Mirar al espejo, reconocerme, atreverme.