Ya estoy sentada en la casa de mi madre, en mi tierra, en mi clima, con la presión atmosférica a la que estoy acostumbrada, de repente es como si todos esos factores fueran determinantes en mi estado anímico, yo sé que todo depende de la actitud pero definitivamente que no hay lugar como el hogar, y eso que el hogar está en donde nos sintamos más cómodos, en mi caso corresponde con la tierra que me vio nacer y eso me llena de alegría.
He estado pensando mucho, ya saben las típicas reflexiones de fin de año que enriquecen la vida y cada año nos sorprendemos a nosotros mismos por la madurez alcanzada.
2013, representó cambios, liderados por la mudanza de país, me fui a Argentina a vivir en donde aprendí que soy muy afortunada por vivir en un país tan maravilloso, pero más allá de la nostalgia y de lo mucho que ame a mi país y mi cultura me di cuenta de que nos falta aprovechar y construir en base a lo que nos hace afortunados, llevando esa idea al ámbito personal.
La clave está en reconstruir con los materiales que tenemos disponibles, reconstruir las relaciones, los momentos, darle una segunda oportunidad a aquellas estructuras que ya creíamos establecidas y fijas, permitirnos vivir a pleno, amar y ser amados, a todo y a todos.
He decidido darle la oportunidad a la vida de sonreir para mi y de recibir una sonrisa a cambio, tengo mucho por lo que dar gracias, tengo mucho por lo que comenzar de nuevo a mirar profundo en las cosas y momentos que valen la pena, hay que reconstruir sobre las bases de lo que somos para ser más firmes, más estables, mejores.
Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal.
¡todo sucederá! Podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamás en mí podrá apagarse
La llama de tu amor.
Noviembre me pega duro, es como un puñetazo de «Mano de Piedra». (punto eso es todo lo que siento)
Noviembre llega y el año casi termina, pero para mí, para Panamá, noviembre es EL mes, todo se viste de patria y yo me siento tan lejos de mi patria, me siento tan sola en una tierra que no comparte NADA con la mía, todo es diferente y este noviembre no escucharé los desfiles, no veré desfilar a mi papá por la tv, sólo para gritar «ahí va, ahí va, lo viste???» no voy a regañar a los locales comerciales que tengan la bandera mal colocada, no voy a comer comida panameña, en fin, no voy a hacer muchas cosas, y nada de eso importa, lo que realmente me mata (exagero) poco a poco (ya no exagero) es que no hay calor, no hay color, y después de 10 meses en esta tierra extraña, lejana, que por mas que lo ha intentado no logra calarme los huesos, entiendo entonces, que soy de allá, soy 100% de allá.
mariposa de cielo
con el mundo en tus alas
con el firme deseo
de posar tus patitas en la tierra que dejaste.
mariposa cansada,
con las alas raídas por el viento
que esquivas corrientes
que llegaron sin buscarlas.
mariposa guerrera,
de viaje perpetuo
pasas la vida buscando entender
vuela niña,
sigue volando,
que pronto verás
el mundo a tus pies.
(Aclaración: debería estar estudiando…pero como siempre el ocio ataca mis planes de estudio.)
Las siguientes reflexiones llegan a mi mente, cuando menos las necesito, justo cuando estoy estudiando para el primer parcial de la maestría, además el hecho de estar a escasos días de mi cumpleaños acrecienta mi estado reflexivo, contemplativo. Es por eso que he decidido hacer una lista de las cosas que un ser como yo, es decir una persona que para algunos entra en los rangos de la normalidad y para otros no, puede declarar como manifiestas a los 27 años de vida, la lista no tiene ningún orden cronológico, ni de importancia, y puedes leerla o no.
A ver,
yo con seis años.
1. Me enorgullece haber pasado mucho tiempo en la biblioteca: Luego de tantos años debo aceptar públicamente y reconocerlo, CON MUCHO ORGULLO, que mi carencia de popularidad en el colegio me garantizó mucho conocimiento adicional (es decir, sé menos cosas de moda, de gente, de farándula) que el que tienen mis pares, incluso aquellos con quienes compartí aulas de clases.
2. La juventud puede ser eterna si uno realmente la siente: A los 27 años mi foto de perfil en las redes sociales es una foto en donde, como siempre, aparezco sin maquillaje, sin ropa «ultra mega» adulta y abrazada con mi papi (yeah, I’m a daddy’s little girl…proud of it), mientras que las de mis pares suelen ser distintas, es decir, con ropa ejecutiva, afuera de una casa nueva, en un escritorio, con traje de novia, o incluso con algún o algunos retoños de alegría, (mis pares, sí los del punto 1 se están reproduciendo, puedo hacer muchos comentarios al respecto y la mayoría sería políticamente incorrectos, por lo que no los diré).
3. El mundo es pequeño, y hay que recorrerlo: He tenido la suerte de viajar, (no, no de shopping, no a vacacionar en hoteles lujosos, etc.) recorrer el mundo y verlo desde un punto de vista NO COMERCIAL, eso realmente alimenta el espíritu.
4. Creo que soy anti-social, o al menos mi círculo de interés social se reduce cada día más: Pienso que debo borrar a más del 90% de mis contactos de Facebook, me molesta la mitad de la gente que sigo en twitter y lo más seguro la mitad de la otra mitad me empiece a molestar a medida que vayan autoproclamando «fashionistas» (ahora TODO el MUNDO lo es), «maratonistas», o algún otro tipo de categoría superficial y pasajera.
5. No he ido NUNCA a la boda de algún amigo o amiga de «mi edad»: Mis pares se casan, pero por los motivos expuestos en el punto 1, nunca he ido a una de esas bodas…hmmm…lo mismo pasaba con los 15 años, todo tiene sentido.
6. Soy rara: Muuuuuuuuuuuuuuuuucha gente estará de acuerdo con esta afirmación, la mayoría de esas personas nunca han cruzado una palabra conmigo y el resto son tan raros como yo.
7. Carezco de deudas…no tengo auto y no me importa: La mayoría de las personas de mi edad están «haciendo vida de adultos», se compran autos, departamentos, se casan, tienen hijos, etc. no juzgo a nadie y no sé si serán felices o no, pero creo que refuerzo el punto 6 cuando digo que ninguna de esas cosas me interesan, al menos no ahora, no aún, trabajar en lo que amo es más importante y tener lo suficiente siempre y cuando me mantenga libre de acreedores es mi propósito.
8. a nadie le importa nada, pues a mí sí: Estoy harta de abrir mis redes
foto sacada de un blog.
sociales y enterarme lo que se pusieron 50 mujeres ese día, en collages donde resaltan distintas partes de su cuerpo vestido por telas de modas, apretadas, estampados muy feos y toneladas de maquillaje y que todas reciban cumplidos de las otras 49, not nice, lo que me indica que debo borrar a todas esas mujeres, porque la verdad es que necesito saber que en el mundo existen aún personas que realmente saben que vinieron a este planeta a hacer algo más que consumir.
9. Los unicos abogados que me caen bien son los que trabajan su
mi amiga Rosi y yo. (abogadas, 26, años, sin traje serio, sin tacones, procurando vivir la vida ayudando a todo el que se pueda, aunque vivamos mochileando cada aventura)
profesión en el margen de los Derechos Humanos: No voy a decir que sólo me caen bien los especialistas en DDHH porque eso sería injusto, pero creo que los profesionales del derecho que merecen existir son aquellos que rescatan la defensa de las personas, no de las cosas, aquellos que reconocen que sin el reconocimiento de los Derechos Humanos nada funcionaría, y aquellos que no buscan enriquecerse alimentando al capitalismo que tanto daño le está haciendo al mundo.
10. Probablemente debería estar estudiando, en lugar de estar escribiendo esto.
-¿Qué estudias?-
– Maestría en Derechos Humanos-
-Los Derechos Humanos, NO EXISTEN.-
Este fue un diálogo que tuve con un panameño que acabo de conocer acá en La Plata, somos pocos pero estamos, el estudia medicina, y su afirmación sobre los DDHH (Derechos Humanos) me dejó pensando por varios días, hay muchos argumentos filosóficos que colocan al Derecho como una ficción, incluso a la vida política en sí, como si todo fuera algo ficticio creado para alimentar algún tipo de necesidad social del ser humano, pero, dejando de lado esto y como abogada no puedo sino indignarme un poco, primero porque trabajo con el Derecho, con la gente que percibe y que es titular de los Derechos, y segundo porque ciertamente creo que el hecho de que como sociedad reconozcamos la existencia de los DDHH es importante, al menos para gantizar su valoración y por ende su reconocimiento.
¿Porqué le damos mayor valor al Derecho Patrimonial? porque sí reconocemos como sujeto de derecho a las propiedades y bienes pero no a nuestros pares, a los humanos, ¿porqué le damos mayor valor a lo material?, pienso que es un debate que han tenido muchos y que ciertamente refleja una carencia de humanidad en el humano, por más contradictorio que suene.
Nunca fui activista, nunca me he considerado radical o extremista defensora, pero creo que como profesional busco ser objetiva y a veces pienso que el problema con muchas de las personas que se tildan de «defensores de los DDHH» es que ciertamente se enfocan subjetivamente en algún grupo vulnerado unicamente, por ejemplo, los activistas de las iglesias que hablan de defensa de los DDHH desde sus comunidades religiosas y la problemática que defienden siempre es la misma, la única, el hambre, los niños y alguna que otra vez la mujer maltratada, y es perfecto definitivamente hay que hacer algo, pero así mismo discriminan y excluyen a otros grupos, entonces ¿dónde está la mirada objetiva de profesionales, estudiosos, especialistas, como quieran llamarles, que apunte a una defensa activa de absolutamente todos los seres humanos.
Y es que caemos en un círculo vicioso en donde por defender los derechos de un grupo específico de manera subjetiva y extrema, es muy probable que se violen algunos derechos de otro sector de la población, mi compañera R. tiene un argumento muy valido y que le comparto, el secreto de todo es la educación, necesitamos educación en Derechos Humanos, pero una educación honesta, real, activa, dinámica, porque debemos ver los DDHH como una sábana, y está hecha para cubrir a todos los humanos, pero no por cubrir a una parte de la población puedes dejar descubierta a otra, es cuestión de educación, de saber acomodarse, de ser humilde y de tomar la responsabilidad como profesional de establecer una lucha objetiva, una lucha cuya principal arma sea la educación.
Cuando decidí estudiar Derechos Humanos lo hice por un motivo bastante idealista, bastante abstracto, ahora puedo decir que todos mis conceptos van aterrizando, muchas problemáticas se van haciendo más reales, más tangibles, más posibles de solucionar y otras muchas van a apareciendo frente a mis ojos, pero es la educación y el trabajo interdisciplinario de profesionales objetivos lo que, quiero creer, nos va a llevar a una total comprensión de lo real y tangibles que pueden ser los Derechos Humanos.
Tengo ya un buen par de días en Argentina, obvio no puedo emitir una opinión aún sobre el ir y devenir de las personas en la ciudad, la verdad es que Buenos Aires, Capital Federal, es enorme, y yo vengo de una tierrita con 3 millones de personas apenas en donde todo mundo se conoce, aquí en la calle la gente poco ríe, es como que todo mundo está muy metido en sus cosas como para preocuparse por los demás. en Panamá pasa que el vidajena o curioso es como una personalidad alterna que a todos nos sale a flote de vez en vez.
Acá no, la gente anda en lo suyo, todo el mundo está preocupado por algo, concentrado en algo otro o simplemente metido en una cómoda búrbuja para evadir el caos citadino, ese hermoso caos que tienen las ciudades grandes que a donde mires hay muchas personas, todo está lleno, todo es masivo…todo es en grande.
En Buenos Aires las personas no están a la orden del día para que el turista o un extraño bien intencionado haga preguntas, y mucho menos esperes conseguir sonrisas en la calle como cosa habitual, como dice mi compa «el bonaerense reacciona al estímulo que tu le proporciones» y es cierto, lo he comprobado, si les sonríes entonces ellos sonríen, si estás nervioso ellos se ponen igual, no son melosos ni empalagosos como los caribeños ni andan fijándose en que pueden hacer por ti, pero eso sí, son educados y mucho.
En ese vaivén de acostumbrarme a la forma de ser de la nueva comunidad a la que perteneceré noté lo que muchos ya me habían advertido, la biblia de la ciudad es como un libro secreto que tienen los kiosqueros, sin importar género o edad, los kiosqueros siempre están dispuestos a ayudar, dispuestos a una buena plática y con una sonrisa, cada cual muy a su estilo, los más jovene suelen ser mas colgados, hablar más lento y a veces necesitan confirmar las indicaciones que te han dado, las mujeres por lo general están muy apuradas haciendo lo que hacen, y mientras te ayudan o responden tu interrogante continúan haciendo otras cosas, atendiendo a otras personas, pero, definitivamente el premio kiosquil, se lo llevan los hombres entre 45 y 70 años, son verdaderos oráculos citadinos, lo saben todo, desde como llegar del punto A al punto B, hasta las últimas noticias de cada barrio, por supuesto nunca pueden faltar las clases de historia.
Conversar con un kiosquero es una experiencia que todo mundo debe vivir, es divertido y es un muy buen primer pantallazo de la nueva ciudad en la que te encuentras, definitivamente esta ciudad no sería lo mismo sin los miles de puestitos de revistas y kioscos que hay a lo largo de sus calles, yo mientras me acostumbro al nuevo ritmo tengo seguro que siempre habrá algun kiosquero que pueda hacer de esta experiencia de caminar por las calles de bonaerenses sea más copada.